jueves, 15 de julio de 2010

Insalubre Realidad

Insalubre Realidad

El Sábado, 10 de julio de 2010 a las 19:40 | Editar nota | Eliminar
Reflexiones de un nostálgico

Caminando en un nostálgico día lluvioso nuestras mentes quizá puedan abrirse un poco más y desdeñar las arbitrariedades que el yugo capitalista nos obliga a ver como obvias.

Dos pasos a un costado y en la primera plaza comercial aledaña se percibe el gasto infructífero, el olor a comida dogmática, el hedor de la obesidad necia, de esa gula que carcome el bolsillo y no sólo eso, sino también los hilos de nuestro propio destino.

Hemos dilapidado ese gusto de comer con hambre después de una rutina de ejercicio o por mera y ávida necesidad natural; hemos paseado por calles repletas de frívolas promesas materialistas y siempre huimos del asqueroso vagabundo que podría mejor que nadie deleitarse con sólo un poco de los consumos habituales de cualquier citadino, desperdiciando por inercia social la oportunidad de brindar un soplo de alegria momentáneo a una vida escurridiza e insabora. En su lugar miramos de reojo a la moral que nos cuestiona pero que aún permite el funcionamiento de los engranes del desequilibrio social actual...

Y las preguntas irremediablemente emergen...

¿Nadie siente pena, compasión o siquiera justicia y hermandad de acercarse un día e invitar a comer al 'leproso' vagabundo, no sería no sólo grato ni satisfactorio, sino también ético, valeroso y hasta diferente?

¿Por qué vivir sumergidos en la rutina, en la cotidianeidad, en los estereotipos fijados y le desidia de no conocer ni aventurarse?

¿Por qué no concurrir a un lugar distinto, ayudar a quien no se conoce y desafiar a la misma espiral del silencio que coadyuva con el interés general del poder dominante?

Y es que, actualmente...

¿Quién se pasea por los parques añorando encontrarse con alguna sonrisa infantil que nos recuerde a nosotros mismos, a un hermano,una hermana o algún esporádico momento de ese mágico asombro pueril que vivimos en antaño?

¿Por qué sublimamos la verdadera esencia de la existencia por una perecedera esclavitud laboral; nómina que ofusca nuestras mentes y que calibra insalubres realidades?

Finalmente... qué más me queda que meditar, escribir y ahondar, esperando tener el coraje algún día de no sólo vislumbrar lo obvio sino de ejecutar con vehemencia las rectitudes que jacto de ser categóricos universales.

Todo se me ocurre camino a casa después de la torrencial afrenta, todo para que una desgraciada resignación me invada hoy como siempre, quedando postrado en la ilusión de creer que nuevamente me he acercado a desafiar esa corriente que fluye con singular ferocidad, presagiando que pueda interferir algún día en el caudal de esa realidad apócrifa que nos rebasa a todos con singular parsimonia e innegable putrefacción.