domingo, 22 de noviembre de 2009

La Incandescencia de los Pesares

¿Habrá expirado ya el opresor ancestral de pueblos, intelectuales y revoluciones?
¿Yacerá inerte entonces el eterno tricolor opresor, edificado por columnas de élites desgarradoras, usureras y desenfadadas?

¿Habremos finalmente y felizmente abrazado la consecución de ideales democráticos nacionales y envolventes?

No, no hemos abrazado nada más que nuestra propia angustia y por tristeza aquí no hay margen de error. El simple desencanto de mis palabras es inconformidad y guía; un suplicio de melancolía por permear en mi patria un inconfundible gesto de irrelevancia comunal, de una indiferencia cautivadora, y un inocuo espectro revolucionario.

Los tiempos de infranqueables convicciones y plenitud cognitiva han desaparecido, la otrora inestabilidad no permanecía enjuta y dócil como ahora, sino voraz, propositiva y lacerante; un remolino de insospechadas teorías, de una izquierda convencida, motivada por gestos de justicia y libertad. Es decir, muecas de juventud que denotaban coraje por un cambio sustancial, labrado en puños de tinta magenta de imprentas clandestinas… Una ávida necesidad por equidad y esperanzadora parsimonia…

¡Qué lejos han quedado los sacrificios, los mártires y las incesantes y proclives inconformidades sociales!

Ahora se devela la indiferencia, se es testigo de la poca sincronía, se confunde el hecho con el desecho, el demagogo con el caudillo y el olor a zozobra se entrelaza con la etapa anal del capitalismo exorbitante, del mercantilismo innecesario, del boicot hacia aquellas pocas voces juglares que se aferran a exhibir monopolios y desnudar a aquel poderoso santurrón de los medios, al hipócrita creador de una mafia satelital y a un congreso dilapidado de dudas e intereses ajenos a su mismo deber…
¿Dónde se haya la libertad de prensa cuando se minimizan los datos, se infiltra la decoración en un hecho y se convierte en escarnio político?
¿Qué sucede realmente en Juárez, Chiapas, o en el Golfo?

¿Quién dictará sentencia al presidencialismo neoliberal actual, blanquiazul y dictatorial de ahora como en antaño durante setenta años?

Las luces del periodismo lucen apagadas y maniatadas a través de un soporífero que apacigua y remite a concordias fatuas entre la información que requiere un pueblo y los recalcitrantes egocentrismos de gobiernos ineptos y escurridizos.

¡Quién fuera Scherer para enervar las fauces del pueblo, ser caudal del intelectual y goce de nuestras voces!

Disueltos en playeras de ocasión, forjan ahora estampadas las memorias y pensares de insurrectos del 68, ondean ideologías a través de puerilidades que no se acercan a una noción fehaciente de una revolución ideológica verdadera. Jóvenes carentes de orgullo, mediocres, deshilachados; sin fuerza ni corazón de nuevos bríos…

Cada día soslayo con ansias de cambio los reportajes amarillistas colmados de intereses proselitistas, rehúyo a la mojigata postura de los medios, de periódicos de cristal que no condenan más de lo permitido y no se atreven a arremeter por un cambio en sociedad procurando lo honesto.
Voces sí existen, pululan y divergentes se escuchan; pues en el panorama nacional intelectuales los hay, pero ahora falta astucia, voluntad y coraje para actuar en consecuencia…

Y entonces…

¿Quién exhibe los gastos malintencionados de quien juega con la estafeta nacional?
¿Quién entonces se atreve a describir los incumplimientos de nuestros jerarcas sin pretender exclusivamente un aplauso social sino aspirando sinceramente a remover los escombros de gobiernos fallidos?

¿Quién entonces se muestra objetivo y realza la carencia de una izquierda valiosa contemporánea sin desentonar con su propio destino?

Nosotros, quienes sobrevivimos al silogismo de nuestro tiempo, quienes leemos, reflexionamos y discrepamos hemos de sacudir las entrañas que cimbran nuestra tierra. Nosotros quienes contrariados por la ineficacia de nuestros gobernantes e idolatría de nuestro pueblo, somos quienes hemos de empezar a calibrar los engranes de una nueva patria soberana de su propia sangre…

Y entonces…

Devolveremos al menos la chispa contra la inoperancia, sumergiremos la apatía de sexenios en un abismo donde en el olvido se resguardarán nombres borrascosos de Ordaz, La Madrid, Salinas y Zedillo. Expropiaremos la verdad con nuestras palabras y con el fuelle interminable de nuestros corazones frenaremos el despojo de nuestras libertades; aquellas que subliminalmente se han fatigado de ocio y desfalco coadyuvando con la inconformidad latente y la poca voluntad de nuestra gente.

Con el aroma de un nuevo intento, como quien el nihilismo procura, de quien sabe y degusta su momento en la historia, quien imagina, organiza y ejecuta la nueva brisa de nuestra memoria….
México desencantado espera paciente y sapiente de que pronto se borrará con auge, reivindicación y gloria, la cicuta de una nueva generación que carbura hacia una nueva afrenta, una nueva república, buscando el sostén de una incipiente nación de éxitos, coraje y una vanguardia insoluta…

Por: Gunther Adolfo Hasselkus S.

martes, 17 de noviembre de 2009

Los Engaños de la Mirada (Retrato del IMSS)

Los engaños de la mirada, un retrato del IMSS

En un rincón de un conglomerada sala de espera, analizo a mí alrededor los diferentes infortunios de quien en mi misma situación carece de paciencia y la transforma en una elucubración de imágenes y horas; una insatisfacción por desconocer el estado del ser querido.
Enfermeras burócratas, gélidas y poco amables deambulan el lugar mientras un “cadenero” nos restringe la entrada para ver quizá el desenlace de nuestro paciente. Con soberbia desenfunda una desafiante mirada que rehúye al corazón y detiene la esperanza...
Con un gesto nauseabundo, flemático y turbio, nos leen las reglas del nosocomio tornándose la entonación monótona y robotizada pues es inconcebible la argumentación dada: “ Sólo en emergencias o en observación ningún familiar puede acompañar al paciente y sólo en muy variadas y dispersas horas se puede entrar a preguntar sobre el estado real del paciente.”
Realmente resulta sobrehumano conseguir información oportuna y veraz, pues los pocos doctores escapan a la vista y con una rotación incalculable de médicos no existe un seguimiento sólido, palpable y sostenible sobre el enfermo.
Todo se remite a una confusión lacerante hasta entrada la medianoche, pues el último médico no tiene ni la más mínima noción de los estudios del paciente que se le ha encomendado...

El lugar es pequeño, quizá demasiado para un sólo día donde las emergencias inundan las calles del país por un caótico devenir social: Asaltos, robos y secuestros pululan por doquier sin agregar la poca educación referente a la salud, la desnutrición y los múltiples padecimientos de salud pública que son prueba fehaciente de nuestras patologías psico-sociales.
Por ahora yazco frustrado en una esquina esperando noticias, el lugar es indiferente a la tristeza de todo aquel que aguarda con ansías de milagros, resultados y desenlaces.
A mi alrededor aparece una imagen común, la gente pernocta en el suelo estorbando a los demás, infantes deambulan sin control parental, susurros y pláticas critican el dichoso “sistema burocrático”; asiduo tema político en momentos como éstos ya que finalmente alimenta los suplicios de los que lloran, los que con justificada impotencia desatinan con pronunciada altivez su desencanto por el sistema que supuestamente atiende a su ser querido...
Por ahora también analizo a los que planean meticulosamente la noche, surgiendo irremediablemente preguntas como: ¿Quién se quedará toda la noche? O bien ¿Quién me suplantará más tarde?
El aroma de un café circunda el lugar tratando de mantener vívidos los reflejos, el corazón y su razón por otro par de horas.
Ahora me levanto con un nerviosismo exacerbado, camino a la salida para recibir un soplo de oxígeno, justo ahí donde yacen otros familiares que como yo, han decidido huir del calor humano, de la melancolía y su incalculable presencia.

Mientras tanto, otros ya atisban con semejante gula los tacos de “Don Zarco”, justo ahí donde salubridad jamás ha hecho acto de presencia y donde se devora con infinita devoción el inicio de una precaria alimentación. Más allá en la acera, una funeraria aguarda pertinazmente a sus clientes, muchos que por ahora esperan en el hospital contiguo.

Adelante, una ambulancia no puede entregar al paciente, un coche sin conductor bloquea la entrada y los minutos transcurren, minutos de vida para quien en la ambulancia parece oscilar entre el inframundo y el nosocomio...
Ya se ha perdido un tiempo valioso por aquella recalcitrante necedad, por la falta de organización, la insípida educación y la infame autoridad quien no afronta su labor con aplomo y convicción...

Regreso y después de unas cuantas llamadas ha llegado mi reemplazo..
Me mantiene despierto la incertidumbre e inmediatamente después de la salida del paciente, esperar por la ambulancia es otro desencanto: ¿Dónde queda la inversión, la calidad, prontitud y profesionalismo?
A mi paciente ya lo tengo en casa, relatándome historias de pesadilla que confirmo bajo una receta con temible caligrafía. Una receta ininteligible, escrita con una ortografía de primaria y una desigualdad de líneas que imposibilita su lectura, su comprensión y tratamiento...

¿Quién o quiénes mantienen tanta negligencia y mediocridad? Y aún peor ¿Por qué nadie ha de quejarse activamente y no exclusivamente en lo privado?

Todo es en definitiva, una disuasión para todos creada por todos. Es primordial enfatizar que no sólo es la infraestructura la que yace deficiente, sino la actitud de quien labora y de quien lo mantiene.
Los pocos galenos talentosos se resignan ante la carencia del sistema, trabajando en un lugar sin la profilaxis adecuada, donde el potencial jamás combate la poca voluntad hacia el cambio.
Sólo entonces sabremos que la carencia educativa no sólo se ve reflejada en nuestro paupérrimo nível matemático mundial, sino que permea en la deplorable salud pública, imposibibiltando un crecimiento sostenible, idóneo e incluyente.

Mientras tanto seguiremos siendo víctimas de lo engaños de la mirada y el triste silencio de nuestras almas...

Gunther Adolfo Hasselkus Sánchez

La Tenencia excluye a la Constitución

La Tenencia Excluye a la Constitución

- Prácticamente todos los mexicanos hemos sido vulnerados desde 1967 por un impuesto inconcebible cuyo motivo sustancial fue destinar parte de nuestros recursos a la logística y desarrollo de las Olimpiadas, que tuvieron lugar en la Ciudad de México en 1968.

Tal proporción fue y es tomada a través de un impuesto agraviado anual sobre la posesión de nuestro automóvil, con una cuota estandarizada acorde a la marca, costo y año del vehículo.

Han pasado más de cuarenta años y dicho impuesto no ha sido más que un útil caudal para generar recursos cuyo destino es tan incierto como aterrador, un verdadero insulto a la ciudadanía y su bolsillo.

Gobiernos tricolores han desfilado y el impuesto no ha sido erradicado, tampoco el gobierno conservador de extrema derecha ha sido capaz de impedir el atraco y aun peor lo han incentivado.

En el año de 2006 se realizó un convenio nefasto que daría pauta a la creación de un dúo dinámico cruento y hóstil para una recaudación más eficiente de tal impuesto y así someter a quienes con todo derecho prescindían de pagar tal absurdo.

La manera más eficaz para tales efectos, fue el vincular con sumo desdén el pago de la tenencia con el permiso para la verificación vehicular ya que así amenazarían a todo conudctor de pagar ambas o no circular; un rasgo ininteligible de la prepotencia del sexenio pasado bajo la cobarde complicidad del actual.

No obstante, todos ingenuamente creímos que las propuestas del candidato blanquiazul en pro de la eliminación de la tenencia serían finalmente plausibles y concretadas durante su mandato, sin embargo tal premisa ha sido nuevamente una grave atrocidad demagógica que adhiere reticencia al discurso político de siempre.

Sin embargo, gobiernos como el de Querétaro lograron darle coherencia a sus propuestas y durante el presente año se dictaminó eliminar el cargo por la tenencia para todos los automovilistas del estado; situación que puso en alerta nuevamente la veracidad de las palabras de presidente Calderón, quien incogruente sentenció tal resolución por considerarla un atropello económico cuando él mismo fue quien levantó la mano para erradicar el impuesto en 2006.

Pero lo peor está por llegar, mejor dicho ya llegó... Recientemente la Suprema Corte de Justicia decretó inconstitucional el vínculo directo del pago de la Tenencia con el permiso para la verificación vehícular, considerándolo un hecho absurdo que calificó casi de inverosímil.
Lo penoso de tal resolución, no es evidentemente que haya sido declarado inconstitucional, sino que nunca fue considerado previo a las diversas quejas y amparos de ciudadanos cuyo hastío rebasó la insospechada calumnia de nuestros gobernantes.

Lo penoso, tampoco es saber que ahora el amparo nos libraría del pago de tal impuesto y que desde luego no necesitaríamos pagar la tenencia para poder verificar; sino que aún siendo declarado inconsitucional, la Superema Corte de Justicia en lugar de abrogar nacionalmente dicho impuesto, establezca que sólo procederá para quienes apelen e inicien un juicio personalizado en contra de tan mencionado cargo.

Entonces se infiere no sólo un estrecho acuerdo entre la Suprema Corte de Justicia con el pago de tenencia, sino un desleal e insólito agravio contra la población en su totalidad, pues es justo y necesario que siendo considerado inconstitucional se abrogue por completo y no tengamos que ser amendrentados con la descarada idea de que casi ningún mexicano iniciará un juicio de amparo contra el pago de tenencia por ser mucho más costoso que el hecho de pagar la tenencia misma.

Concluyo y exhorto a todos a no permitir nuevamente un funesto acuerdo que satiriza a los mexicanos,que se mofa de todos nosotros con pertinaz bajeza pues rehuyo a la idea de conformarme con un país dónde no tenemos amparo bajo ninguna carta magna, y la que tenemos además de tener múltiples enmendaduras coercitivas sobre su población, es de un cristal frágil y repleto de fracturas por esos mismos que dicen defenderla.

Por: Gunther Adolfo Hasselkus Sánchez