domingo, 13 de diciembre de 2009

De sangre rojiblanca...

De Sangre Rojiblanca

Sí, quizás sólo sea un partido de futbol, un cotejo más, una simple final de ascenso...
No obstante la certeza de las palabras en la oración anterior, creo conveniente enfatizar la pasión desbordada por un equipo que ayer logró dar medio paso hacia el retorno a primera división.
El Necaxa, equipo demeritado ante su historia, manoseado por la encomienda capitalista y sentenciado a una sombra del monopolio televisivo ha resurgido como el Fénix elevado por su estoica biografía.
A su vez, en mi representa aquél corazón palpitante y soñador de la niñez, las grandes hazañas de los 90, los alaridos de mi abuela y los interminables debates dónde salí avante frente a los demás, frente a quienes siguieron las masas y jamás percataron de mi anacoreta ilusión...
Es recordar los pétalos del Rayo mayor en el Azteca, los desbordes de Zárate, el grito ensordecedor de Julio Sotelo, el implacable tesón del Matador, la certeza de Peláez, la serenidad de Aspe, el Jaliscazo, el rayo acuñado en la cabeza de Montecinos; sin dudarlo, la magia exuberante de Aguinaga...
Hoy 12 de diciembre, el Necaxa más que ganar medio boleto de regreso, me hizo entender el porqué de mi devoción hacia los colores sagrados de un equipo con una mística dionisiaca, de un conjunto iluminado por su humildad, por sus revanchas, por sus hazañas e inolvidables resurgimientos; por nunca apagarse, por ser un equipo que permite revanchas deportivas, un conjunto que despliega una identidad valerosa y única, que convierte los anhelos frustrados y consume el olvido en el presente más glorioso...
A miles de kilómetros de su verdadera casa, sesgado por su historia reciente, hoy volvió a germinar una semilla de pasión rojiblanca, de ese talante necaxista que sólo un ilustrado podría entender.
Pocos pero contentos, hoy más que nunca me siento rayo. He recobrado la ilusión en un hermano enfermo y confío en su mejora , después de sufrir intensamente el descenso, hoy me arraigo más en sus colores con el posible ascenso...
Por volver a presenciar gente joven identificada con tus colores, por reconocer el coraje y tesón de todos tus jugadores, por tu valiosa e inigualable historia, por las lágrimas del proyecto, por el rescate de tu pasado; por todo ello, hoy te estoy agradecido...

Por ello, hoy quiero olvidarme de la terminología lógica y elocuente y prescindir descibirlo como un “Juego nadamás”. En su lugar, hoy quiero brindar por sentir una vez más en mi sangre, la presencia de glóbulos rojos y blancos, ésos que le dan matiz a un sentimiento de profunda admiración rojiblanca, una descarga de calibres insospechados, de saberme rayo de aquí hasta la muerte...

¡Forza Rayos!